EF Stories: Eva Romero en Nueva York
Una de las cosas que más me asusta en la vida, es llegar al final y pensar que no he vivido de verdad; arrepentirme por haber dejado de hacer algo por no atreverme, de quedarme con los “y si…”. Esa fue la principal razón por la que decidí tomarme un año sabático y marcharme lejos de aquí. Así que aquí te voy a explicar cómo fue hacer un Gap Year post-universidad en la preciosa ciudad de Nueva York.
INICIO DE LA AVENTURA
Mi sueño siempre había sido irme al extranjero a vivir una temporada, concretamente a Estados Unidos. Todavía recuerdo cuando estaba haciendo mi examen oral del First Certificate y me hicieron la típica pregunta de: “¿cómo te ves en 5 años?” Y yo contesté: “caminando por las calles de Nueva York”. Y, ni más ni menos que 5 años después, lo que dije se cumplió.
Al principio, para mí EF no era más que “el medio” por el que poder cumplir mi sueño. Mejorar mi inglés y vivir en la ciudad con la que tantas veces había fantaseado. Jamás me imaginé lo que realmente significaría vivir una experiencia así.
El mes antes de iniciar mi viaje, todo el mundo me preguntaba si estaba nerviosa. Y la verdad, no lo estaba. Suponía que era porque no me acababa de creer que me iba y que, a la que me encontrase dentro del avión, empezaría a notar ese “vértigo” que te provocan las nuevas aventuras; pero no lo sentí. Y cuando llegué, lo supe. No estaba nerviosa porque sabía que estaba haciendo lo que realmente deseaba.
PRIMEROS DÍAS DE MI GAP YEAR POST-UNIVERSIDAD
Llegué de madrugada, por lo que mis roommates ya estaban durmiendo. Al día siguiente, fuimos de barbacoa para conocer a los demás estudiantes nuevos. El campus de Nueva York era de película: un gran campo de fútbol, gimnasio, piscina, cancha de baloncesto, teatro, muchísimos alumnos procedentes de todas las partes del mundo… Era impresionante, y eso que ya había visto el vídeo del campus en Youtube unas mil quinientas veces.
EF nos llevó a conocer la ciudad en uno de esos típicos autobuses amarillos –mi “yo” adolescente estaba chillando de la emoción—. Nos dejo en Bryant Park y me fui a explorar los alrededores con mis roommates. Paseamos por Times Square y pasamos un tiempo considerable por Broadway, dado que mi roomate estaba obsesionada con los musicales (a lo largo de mi estancia en Nueva York cantamos Mamma Mia a todo pulmón en nuestro cuarto más de una vez). Durante las primeras semanas aproveché para recorrerme toda la ciudad, alquilar una bici y dar vueltas por Central Park.
LAS CLASES EN EF
Las clases eran dinámicas. A pesar de ser bastante extrovertida, siempre me había dado vergüenza participar en las clases del instituto o la universidad. Sin embargo, aquí fue al contrario. Las clases incitaban a participar y tanto mis classmates como la profesora eran increíbles, tanto que se acabaron convirtiendo en parte de la gran familia que hice en destino.
Había un equilibrio perfecto entre los ejercicios de grammar, listening, reading, writing y speaking. Y, en el caso que la profesora viese que teníamos más dificultad en un área, la reforzábamos más. Además, siempre te daban herramientas para poder trabajar fuera de clase en el caso que lo necesitásemos.
Además, en el GAP YEAR puedes escoger una serie de Spin Classes que son, básicamente, clases especializas en ciertas áreas: moda, cultura, negocios… Al quedarme tantos meses, me dio tiempo a probar prácticamente todas.
Cuando realmente notaba que había mejorado en el idioma, era al realizar los tests de nivel que nos hacían cada ciertas semanas para ver nuestro progreso. Y, obviamente, mi fluidez mejoró considerablemente gracias a todos los amigos internacionales que hice.
LA CIUDAD DE NUEVA YORK
No se han escrito innumerables canciones y rodado mil películas en esta ciudad por nada.
Recuerdo que uno de los amigos que hice en mi GAP YEAR, en una de mis primeras visitas a Manhattan me dijo: «Es muy fácil reconocer a los neoyorkinos de los que no lo son». Y yo le pregunté que cómo, él me respondió: «Los neoyorkinos van de un lado a otro con la mirada en frente, en cambio nosotros miramos hacia arriba, para ver el final de los rascacielos». Y es que a día de hoy, y a pesar de haber estado viviendo durante medio año en la ciudad, creo que no dejarían de asombrarme.
Aunque mi punto de la ciudad favorito no era Manhattan, era DUMBO –en Brooklyn—. Aquí podéis leer un artículo que escribí sobre cómo pasar una tarde increíble en Nueva York sin apenas gastarte un dólar.
Durante mi GAP YEAR post-universidad, además de mis estudios y mis viajes –aproveché mi estancia en Nueva York para ir a Miami y a México— salí a menudo a bailar por la noches. Si bien es cierto que la noche en Manhattan no es lo más económico del mundo, cuando llevas un tiempo acabas adaptándote. Además, no va a haber ningún sitio en España en el que podáis estar bailando o tomando algo con unas vistas tan increíbles como las que puedes tener en Nueva York.
MI GAP YEAR POST-UNIVERSIDAD A NIVEL EXPERIENCIA
En 5 meses viví 5 vidas.
Os juro que no hay palabras que puedan describir lo que significó hacer un GAP YEAR post-universidad. El GAP YEAR para mí significa: aprendizaje, amistad, experiencias inolvidables y sobre todo, LIBERTAD. Libertad en mayúsculas, porque jamás me he sentido tan libre como me sentí entonces.
Aprendizaje a todos los niveles, no sólo referente al idioma. Crecí como persona, como amiga, como hermana, como hija. A día de hoy, mi madre sigue sorprendida con el cambio que hice (a bien) en apenas medio año en el extranjero. Aprendes a desenvolverte sola; aprendes a gestionar las situaciones y tus emociones de forma diferente.
Creas vínculos muy fuertes con las personas que conoces en tu experiencia. Amistades de 6 o 9 meses se convierten en tu familia, en tu apoyo y, en muchos casos, llegan a conocerte incluso más que tus amigos que conoces de años.
Vives experiencias únicas que es muy difícil que puedas llegar a vivir sin salir de tu “zona de confort”. Se trata de recuerdos y personas que vas a llevarte para toda la vida.
MI GAP YEAR A NIVEL EDUCATIVO Y LABORAL
Las empresas cada vez buscan un perfil más internacional. No sólo candidatos que dominen el idioma de forma prácticamente nativa –y que es difícil que puedas llegar a dominarlo si no es viviendo una larga temporada en el extranjero—; sino también candidatos que hayan hecho una experiencia como esta. Y eso era algo que tenía muy claro.
A día de hoy, tener una carrera no te asegura nada. Por lo que hacer un GAP YEAR suma muchos puntos a tu candidatura a la hora de pasar un proceso de selección. Y mira si es verdad, que estoy donde estoy gracias a ello.
Así que si acabas de terminar la carrera, lo mejor que puedes hacer es hacer las maletas e irte lejos una buena temporada como hice yo –y más teniendo en cuenta el panorama laboral que tenemos actualmente—.
¿VOLVERÍA A HACER UN GAP YEAR?
Sí, sí, sí y mil veces sí. Es algo que he hablado millones de veces con todos mis amigos de ahí –sigo en contacto con todos ellos, incluso me escribo algún email con la que fue mi profesora—. Daría lo que fuese por repetir la misma experiencia otra vez, sin cambiar absolutamente nada. Y, a la vez, me iría a otro destino diferente para vivir otra experiencia así. ¿Dónde? Posiblemente Australia, Nueva Zelanda o Ciudad del Cabo. Y, la verdad, no descarto que el día de mañana esté haciendo las maletas para irme a vivir mi próxima aventura.
Si quieres vivir un GAP YEAR como el mío ya sea post-bachillerato, post-universidad o porque, simplemente, crees que sientes que es el momento de hacer las maletas y vivir la mejor experiencia de tu vida. Puedes pedir un catálogo para ver todas las opciones y destinos que ofrece EF Education First o pedir un presupuesto personalizado. Y, en el caso que quieras preguntarme personalmente sobre mi experiencia en Nueva York, puedes escribirme a través de mi Instagram y estaré encantada de ayudarte.
Etiquetas: Nueva York, Año sabático, Viajes de ensueño